También en el profesorado canario la colonización ha entrado en vena
Ángel Sánchez Rivero
Entrevista a Ángel Sánchez
Por Juan García Luján
Ángel Sánchez Rivero (Gáldar, 1943) se levanta a las 7 de la mañana y comienza a trabajar a las 9 hasta las dos de la tarde. Hace una pausa para comer y echarse una siesta y a las 5 está de nuevo sentado frente a su escritorio hasta las 8 de la noche. “Soy como los obreros, trabajo ocho horas al día”. Ángel recorre despacio los 50 metros que van desde el salón de su casa a su lugar de trabajo, una biblioteca personal con más de 10000 volúmenes: libros, revistas encuadernadas que le ayudaron a construir su pensamiento crítico en los tiempos oscuros del franquismo (Triunfo, Cuadernos para el diálogo, Pensamiento crítico de la Habana, Nuestro cine, Gaceta de Canarias, Destino, Fotogramas…). “Hoy en día faltan revistas de inteligencia, de ideas, de debate. La penuria de revistas en estas islas es lamentable”. Recuerda que una de esas revistas en las que colaboró fue Disenso, y lo hace frente a Miguel Ángel Robayna, cómplice para esa colaboración de Ángel en aquella revista, y José de León, que nos acompañan en este encuentro en su casa de Valleseco con el Premio Canarias de Literatura 2017. Ángel Sánchez es licenciado en Filología Moderna por la Universidad de Salamanca, doctor en letras y Ciencias Humanas por la Universidad de París y catedrático de francés de Enseñanza Media.
No soy protagonista en mi literatura, lo que hago es que
vehiculo lo que viene del cosmos y pasa a mi lápiz. Soy como un médium. Yo
escribo con naturalidad, tengo un tratamiento de página. No soy estilista de
alquimia. Lo que mi cabeza da, ahí queda.
Como contaba Gila, cuando yo nací mi padre no estaba.
Pero no es un chiste. Los falangistas habían venido a mi casa en Gáldar y se lo
llevaron cuando mi madre estaba embarazada de mí, luego fue desterrado durante
cuatro años a Fuerteventura, donde el maestro republicano pudo dar clases a un
grupo de niños de El Tostón (en el Cotillo), aunque le dieron permiso parta que
me conociera por mi nacimiento pero volvió a ser desterrado. (A Ángel le cambia el tono de voz y se emociona y nos cuenta añurgado): Yo tendría unos siete años cuando
aquel hombre con una guayabera y un cigarro en la mano entra por la puerta de
mi casa en Gáldar y yo le pregunto: ¿usted quién es? Y me dice: “soy tu padre”. (El maestro republicano pudo regresar a Gáldar y se puso a dar clases
en una academia particular donde recibía un duro por alumno, y con el sueldo de
su mujer, también maestra, pudieron sacar a los cuatro hijos adelante.
El abuelo de Ángel
estuvo en Cuba varias veces. Allí trabajó planchando ropa en una lavandería de
unos chinos y macheteando en los campos de Matanzas). Esta casa está sobre el terreno
que compró mi abuelo cuando vino de Cuba con el dinero que hizo macheteando. Él
macheteaba en Matanzas y aquí en esta biblioteca macheteo yo con las ideas
todos los días. La biblioteca tiene un piso en el sótano
donde Ángel pinta los grabados y hace sus poemas visuales. Los protagonistas de
su poesía son la gente humilde, los perdedores…
Los protagonistas de mi poesía son los perdedores, yo con
los poderosos nunca me he llevado bien, me asquea todo lo que es el poder.
Empecé como poeta político, eran poemas rabiosos contra la invasión yanqui en
Vietnam, poemas contra la dictadura muy disfrazados para que pasara la censura.
Mi poesía ha sido una implicación de mí ser con el entorno tanto natural,
vegetal, humano, mineral… Mi intimidad apenas aparece. Puedo decir mis gustos:
Violeta Parra, Ángela Davis, Ernesto Guevara… mis iconos. Yo estaba con la
Revolución de Cuba al principio hasta que la cosa se viró.
Hablando de
revoluciones, llega usted a París en septiembre de 1968, me imagino que el
espíritu crítico de mayo del 68 seguía muy vivo…
Sí. A pesar de la censura franquista yo estaba
puntualmente informado de lo que había pasado en mayo del 68. Yo estudiaba
Filología Moderna en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de
Salamanca. En la librería de la Rúa Mayor compraba cada viernes un ejemplar de
Le Monde, porque sacaban el suplemento Le Monde des
libres y así
me iba enterando de las novedades editoriales francesas y leía las críticas
literarias. Desde el mes de enero ya estaban contando las primeras rebeliones
estudiantiles, por eso ya en mayo reservaba un ejemplar diario de Le Monde, que
era el periódico que contaba de forma más objetiva aquellas revueltas, porque
el derechista Le Fígaro se dedicaba a machacar a los estudiantes que se
rebelaban contra el orden impuesto.
Y me imagino que
recibió clases de algunos referentes intelectuales del momento.
Sí, de unos cuantos. Pero yo destacaría sin lugar a dudas
a Levi Strauss, que estudia las sociedades primitivas, colonizadas, era un
magnifico profesor. Y me interesaban sus estudios porque en Canarias estamos en
un modelo así, colonizados y sujetos al Borbonato. De españoles tenemos el
carné de identidad, yo no me siento español para nada. Soy ciudadano del mundo
y canario primero que nada.
Esa formación en
París le sirvió para traducir a Boris Vian, Joë Bousquet, Denis Rochet…
Sí, aunque me especialicé en la literatura francesa del
siglo XIX: Flaubert, Zola, Victor Hugo, Rimbaud, Baudelaire, Balzac…
Y un autor
importante para usted fue Frantz Fanon, muy presente en sus Ensayos sobre
cultura canaria…
Hice la mili en 1970. Los domingos nos vestíamos de
paisano y nos íbamos a El Aaiun. Yo era de la FEU (Federación Unificada de
Estudiantes). En un bar de El Aaiún conocimos a unos estudiantes de institutos,
un amigo catalán que había hecho psiquiatría y yo que conocíamos a Fanon, les
hablamos a los estudiantes saharauis de los libros de Fanon editados por el
Fondo de Cultura Económica. Cuando fui a hacer una tesina me encontré en
Salamanca con un saharaui que me dijo que el Polisario sigue por esa vía, había
estudiado Medicina y pensaba regresar a Tinduf y me contó que él había recibido
ejemplares de Fanon de estudiantes que habían conocido al autor argelino
gracias a mí.
Esos problemas que tuvo esa investigadora se deben a que
en el profesorado canario la colonización ha entrado en vena, y son integrados en
el sistema, no tienen pensamiento crítico. Son personas miedosas de perder su
status. Hay excepciones, por ejemplo el profesor Fernando Estevez no era así.
¡Qué pena me dio su muerte, cuánto aprendí de Fernando! (Aquí Ángel se añurga al nombrar a Estevez y con voz emocionada le
dedica los mejores adjetivos). Un gran cerebro, muy buena gente…
La colonización hoy no es solo política, sino económica,
de consumismo. Ya no hay escape. Solamente quien discute o es apartado o es
asimilado, te invitan a que te integres. A mí me han ofrecido sitios, pero
quiero seguir ocupando mi sitio entre los que no están integrados. (En este punto Ángel Sánchez nos aclara que) acepté el Premio Canarias de
Literatura porque entendí que viene de mi pueblo, no de quienes están en el
poder político desde hace tantos años.
Hay un resurgir del
vosotrismo en los colegios, entre los chiquillos canarios. En su libro Ensayos
sobre cultura canaria alude a la obra Piel negra, máscaras blancas de Fanon:
todo pueblo colonizado, es decir, todo pueblo en cuyo seno haya nacido un
complejo de inferioridad consecuencia del enterramiento de la originalidad
cultural, cultura local, se sitúa siempre, se encara, en relación con la lengua
de la nación civilizadora, o sea, la cultura metropolitana…
Es lo que te decía antes del colonialismo en vena del
profesorado, que también pasa a los estudiantes tanto desde la escuela como
desde los medios de comunicación. Sigue existiendo el complejo del colonizado
en Canarias, sin duda.
En su ensayo sobre
Gaceta de Canarias, usted reconoce el papel de los intelectuales que crearon
desde las islas y supieron proyectarse y relacionarse con el exterior. En
Canarias ¿faltan más intelectuales críticos?
Los hay apocalípticos e integrados. Yo soy apocalíptico.
Las mentes pensantes son individuos separados entre sí. No tenemos tertulias,
un medio de expresión. El único colectivo que me ha gustado es Demócratas para
el cambio, luchadores para una causa imprescindible conseguir, porque estos de
ATI lo dejaron todo atado y bien atado. Falta gente que dialogue, aunque
arriesgue su puesto. Falta valentía ética. Y tener raíz de pueblo, hijo de
maestro, nieto de labradores, indiano y que vivo la tierra. Tengo raíz fuerte,
con educación parisina, pero sigo siendo un maúro, un campurrio.
¿Qué significó para
usted Fablas?
Fuimos un grupito: Lázaro Santana, Domingo Velázquez,
Jorge Rodríguez Padrón, León Barreto, Padorno… Yo tuve la suerte de que
colaboré con ellos y eso me abrió a escribir otras cosas que no eran poesía:
hice traducciones, críticas de cine y teatro. Fue una especie de célula de
formación.
Cuando en 1983
escribió Ensayos sobre cultura canaria no existía Coalición Canaria, pero si
hablaba usted de las características del nacionalismo canario…
Cuando montan el tinglado de Coalición Canaria había ya
un nacionalismo catalán, uno vasco y un protonacionalismo gallego. El rango de
nacionalismo estaba libre en Canarias. Esta gente pasó de insularismo a
nacionalismo, sujetos a la Moncloa como un guante.
Ya con 75 años le
reconoce a usted el Cabildo y después un gobierno de Coalición Canaria con el
Premio Canarias de Literatura…
Se diría que no debo morder la mano que me da de comer,
porque me dieron el Premio Canarias. Se lo dije a Miguel Ruano (dirigente de
Coalición Canaria), que fue alumno mío; yo acepto el premio porque ustedes
representan al pueblo canario, siento que yo recibo el premio del pueblo desde
mis lectores. Porque desde Hermoso hasta Clavijo siguen ahí con el folklor sin
estudiar la ontología, ni el territorio, y pura pandereta.
¿Es complicado
hacer política con una visión canaria?
En Canarias tenemos la dificultad de la fragmentación del
territorio, enfrentados por Madrid desde siempre. Hoy nos llevamos mejor, pero
ha habido épocas de auténticas peleas. Somos siete sueños de países, si
fuéramos un solo territorio quizá podríamos avanzar hacia la construcción de un
país.
EL BUCIO, Nº 0, diciembre de 2018
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